Toku wa umi no gotoshi
(La virtud es grande como el mar)
Escrito por el décimo noveno Yokozuna Hitachiyama
Tokio es... su arena de sumo, déjenme explicarles con esta brevísima crónica por qué.
Fran versión gato japonés posando frente a la arena de sumo de Tokio.
Eran las 6 de la mañana, mi alarma sonó y me quedé dormida #ggg, luego fueron las 6:30 am y ahora sí me levanté. Desayuné, se quemó mi desayuno (ojalá esto fuera broma) y tuve que improvisar otro muy rápidamente porque a las 8 am tenía que llegar a Ryōgoku Kokugikan, la arena de sumo de la ciudad de Tokio, para que con suerte alcanzara un lugar y disfrutara del espectáculo del deporte nacional de Japón.
Por poquito me paso de la estación de Ryōgoku, pero alcancé a bajarme y, debido a los estragos por la nevada del día anterior llegué casi deslizándome por las resbaladizas calles a la arena. Me di cuenta que tuve la mayor suerte del mundo, porque nuevamente, por las condiciones climatológicas, la acostumbrada fila por un boleto fue inexistente en ese día (por lo menos en ese horario) y yo #comoPedroporsucasa entré sin problema alguno a una de las experiencias que me gustaría que todo el mundo pudiera vivir al menos una vez en su vida.
Como yo soy medio torpe y estaba apurada por no perderme ni un segundo de lo que sucedía dentro de la arena, entré por la primer puerta que encontré, sin darme cuenta que ese no era mi lugar y que realmente me estaba metiendo a los asientos privilegiados de primera fila, en donde el precio de compra empieza en 38,000 yenes (aproximadamente unos 7,000 pesos mexicanos) y de ahí el precio continua subiendo. Entonces yo entré y me pasee de un lado a otro por todos los asientos, pude sentir y tomar fotos desde la "comodidad" de estar en cuclillas en los asientos más top, donde más adelante me daría cuenta que las familias organizan picnic's para disfrutar de este tipo de luchas. Luego fui entendiendo cómo funciona el espectáculo y supe que en ese momento estaba peleando la categoría junior bebita, a los que sólo sus mamás, los viejitos súper fan que tienen el día libre y los turistas curiosos como yo, los van a ver (sorry pero es la verdad, yo estuve ahí), por eso aun estaba todo súper vacío. Así que me salí, desayuné, descubrí los recovecos de la arena y conocí a los luchadores profesionales. Después de esta bella experiencia fue cuando descubrí que mi boleto tenía asiento numerado #ggg así que continué paseando hasta encontrarlo: ¡oh sorpresa! estaba en la súper última última última última #últimaúltimaúltima fila y desde ahí tendría que seguir apreciando a los rikishis (luchadores de sumo profesionales).
Luchadores categoría bebitos (lo siento no encontré el nombre real de la categoría, si alguien sabe avísenme del nombre real).
Es así como pasé toooodo el día observando y moviéndome de un lado a otro, dándome cuenta de cómo la sociedad entera y todos los estilos al vestir los puedes encontrar ahí, en el lugar que menos esperaba: la arena del deporte con mayor tradición. Y es que esto es sorprendente para mí porque no hay algo así en México, lo más parecido podría ser asistir a la lucha libre o a un partido de fútbol donde juegue la selección nacional, pero la propuesta en moda no es la misma debido a que en los estadios de fut lo común es usar la camiseta del equipo para mostrar apoyo y quizá eso sea un limitante. En el sumo esto no es necesario, en el sumo apoyas a tu rikishi fav nada más con carteles y con palabras, no con playeras, así que la gran mayoría va muuuuuuy bien vestidito y obvio sin dejar de lado el estilacho nipón.
No importa la condición social, puedes encontrar a una señora con bolsa y zapatos Louis Vuitton (esto no es broma, la encontré y me ayudó a tomar una foto :D gracias señora, laquieromucho); puedes encontrar a un niño swag con los cabellitos de colores; puedes encontrar a extranjeros paseándose por todos lados pidiendo ayuda (muy neta, esto también es parte del día a día en Tokio, por todos lados hay turistas); puedes encontrar a una viejita con un hermoso fur gigante; puedes encontrar a los amigos godínez que van saliendo del trabajo, todos trajeaditos; ¡bueno! hasta puedes encontrarte a jóvenes y adultas en kimono, ¡una verdadera belleza!
Este tipo de pasarelas del día a día, las que más me gustan, las de la calle porque #lacalleestupasarela #jiji solo las había encontrado en el metro de Tokio pero no todas al mismo tiempo, como en la arena, por eso es mágico, por eso es algo que TIENES QUE VIVIR.
Sumo con rikishis en Ryōgoku Kokugikan.
Gracias a todas las personas que me han llenado de mensajes bonitos en este hermoso viaje que la vida me dio. Gracias por recomendarme lugares. Estoy muy contenta de que mis IGstories no los estén aburriendo y al contrario, pueda compartir esta inundante felicidad aunque sea de manera virtual con las personas que me siguen en Tokio. Nuevamente perdóoooooonenme la vida por no poder traerles todas las cosas que me piden, fue un error venir con poquito dinero pero pues #esloquehay y estoy muy orgullosa de lo que hay, #laverdá.
No cierto, esto aun no se acaba jiji. Les dejo unas cuantas fotitos de los outfits que me puse para disfrutar de este viaje, porque tomarse fotos sola no es nada fácil así que las tengo que presumir #ggg. Por favor, háganme saber siempre su opinión sobre toooooodo lo que publico, ustedes #denlevueloalahilacha.
Fran aun un poco ebria por el sake, 2018.
Fran en baja calidad, lo siento jaja, 2018.
Ahora sí va de nuez
Fotos y edición @fran_bahena
El gatito en la primer foto fue tomado por Alain Pham en Unsplash.
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